miércoles, 7 de noviembre de 2007

Vivir para poder morir

Quien viaja, viaja también hacia adentro. Quien camina, camina también hacia el misterio. Pero existe un punto a partir del cual nada hay que decir. Quizá porque el misterio no puede ser mostrado a través del decir. Quizá porque vivir el misterio y decirlo son dos cosas de naturaleza muy distinta y requieren del caminante estados de su espíritu irreconciliables. Como la muerte: solo es posible mirarla solo cuando ya no es posible mirar. Quizá el misterio es demasiado grande (más que una montaña, más que un mar) y el caminate apenas un caracol.

Entonces narrar la historia del viaje (y al decir narrar tengo la sensación también de decir propiamente viajar) es una tarea maravillosa e imposible. Es maravillosa por ser imposible. Y solo nos puede traer dolor y desesperación. Y, parafraseando a Hesse: "la desesperación es el resultado de cada intento de tomarse en serio la comprensión y la justificación de la vida del hombre. La desesperación es el resultado de pretender tomarse en serio la vida con todas sus bondades, la justicia y la razón y de cumplir con sus exigencias."
Quizá en el misterio no hay nada. Incluso, quizá no hay misterio. Más aún, da igual si hay o no misterio. Pero para llegar a mirar de esta forma es necesario viajar: vivir para poder morir.

No hay comentarios: