viernes, 25 de marzo de 2011
Silence
martes, 6 de mayo de 2008
martes, 25 de marzo de 2008
domingo, 11 de noviembre de 2007

Ni obra de arte ni panfleto. La película no se salva por ningún lado. Hay una carencia demasiado grande en la calidad de las actuaciones. Momentos en los que la dramatización es excesiva. Otros, en cambio, una frialdad risible. En cualquiera de los casos, los personajes se vuelven inverosímiles. El problema quizá surge desde el casting. Se prefirió actores con gran similitud física a Evo en detrimento de su calidad actoral.
Otro problema: el guión. Al parecer la película quiere contar la historia de un niño campesino boliviano que llega a ser presidente. Hacer una ficción con gran base en lo real. Sin duda, hay material para construir una obra interesante. Pero la película falla al querer camuflar un panfleto político con artilugios de complejidad estructural, como si se quisiera demostrar que no hay una posición previa ante el personaje, construyéndolo redondo (ni villano ni héroe, o las dos cosas). Entonces hay escenas que muestran a un Evo que, a pesar de todas las dificultades que debe sufrir un indio en la sociedad bolivian, se supera y triunfa. Pero...todo está tratado casi como una telenovela mexicana o como un libro de superación personal. Y después, con una insitencia no muy comprensible, se muestras escenas en las que Evo no queda muy bien parado (emborrachándose, obligando a las mujeres a entrar en los lugares donde funcionaban los sindicatos, etc.).
A pesar de las posibilidades de la historia, Evo pueblo es ua mala pelícual. En ella, salvo algunos momentos de la fotografía, no hay nada estético. Y si la intención fue crear un panfleto político tampoco creo que termine funcionando bien, lamentablemente para quienes queremos que el proceso de Bolivia funcione.
jueves, 8 de noviembre de 2007
De lo que hablo es de abrir un espacio para los afectos que nacen en el camino. Abrir un espacio para que los amigos, los entrañables, se miren y quizá también se saluden. Porque no hay como viajar para construir amistades fuertes, creo yo. Y después uno tiene que despedirse y no volver a verlos. En es sentido el caminate es, como dice mi amigo Ludo, un despiadado. Sino, no podría partir. Pero también es un romántico. Los afectos le dejan huellas profundas en su alma, se enamora.
Pero el espacio también es para aquellos que no se conocen, para que se abra una posibilidad de se conozcan, se ncuentren, viajen.
Bueno, sin más preámbulos, damos paso a la primera víctima: el señor Nelson Pimentel. Y para hablarles un poco de él, paso a mostrales la entrada a su casita:
No mentira. Es una broma. Mi amigo Nelson debe estar que me mata. En realidad no es su casita. Es su lugar de trabajo: el Centro Cultural Simón Patiño que queda en Cochabamba. Lindo el castillo, verdad? Este señor Patiño es un misterio. Lo que se sabe de él es que fue un potentado minero (el rey del estaño le decían) que construyó este castillito que nunca llegó a habitar. Se murió antes de, el pobre. Pero, qué relación tuvo este millonario con la cultura? No lo sabemos. El caso es que ahora su castillo es un centro cultural. Entre otras cosas, hay museo, biblioteca y un archivo de música boliviana. Y es en este último departamento donde trabaja nuestro gran cuate, Nelson Pimentel.
Pero ya pasemos a conocerlo de una vez. Deben estar desesperados por verlo:
Aja! Ahí lo vemos en la entrada a su archivo. Allí es donde Nelson, que es antropólogo (y también poeta), se pasa todo el día organizando y archivando música boliviana. No será necesario contarles que allí hay verdaderos tesoros sonoros. Nelson me ha hecho escuchar algunos. El es un experto en eso.
Bueno, y ahora lo vamos a ver en el interior de su archivo:
Saludos!
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Vivir para poder morir
Quizá en el misterio no hay nada. Incluso, quizá no hay misterio. Más aún, da igual si hay o no misterio. Pero para llegar a mirar de esta forma es necesario viajar: vivir para poder morir.
lunes, 5 de noviembre de 2007
TIATACO: LOS MUERTOS BAILAN ENTRE LOS VIVOS
Todos los santos, fiesta que se celebra el dos de noviembre en Bolivia, es una herencia en gran medida de esta tradición andina mezclada con rasgos de la religión católica. EL primero de noviembre se prepara una mesa (mastaku) llena de tantawawas (niñas de pan) y comida y bebida para las almas de los difuntos que llegan a medio día. Durante toda la noche reciben visitas de familiares o amigos que rezan o cantan. Al siguiente día, también a medio día se levanta la mesa y el difunto vuelve al mundo de los muertos (o cielo, según los católicos).
Pobladoras de Tiataco (un pueblito en el occidente del departamento de Cochabamba) bebiendo chicha
Es verdad que el mundo andino de hoy ya no es más el mundo andino de hace cinco siglos. Occidente se ha filtrado en él. En esa medida es muy posible que muchos andinos hayan empezado a vivir la angustia, vivan también tratando de espantar a la muerte a como de lugar, de no pensar en ella, de negarla, de olvidarla. Es que pensar la muerte desde occidente es angustioso: después de ella no hay nada. Pero queda aún un resquicio a través del cual los muertos pueden pasar a este mundo y, a pesar del pavor que genera lo sagrado, los vivos puedan mirales a los ojos. Ese resquicio es Todos los santos. Mientras dure, vale la pena bailar y comer y beber con los muertos.