Hace más de cincuenta años partió de Córdoba uno de los viajeros más decididos de América del Sur: Ernesto Guevara de la Serna, Che. Pero entonces la razón del viaje era la medicina en cierta medida y sobre todo la aventura. Pero los paisajes llenos de rostros de injusticia, de exclusión de este continente transforman a quien tenga un mínimo de sensibilidad y la aventura se convierte en un compromiso por el otro.
sábado, 13 de octubre de 2007
Ecuentro guevarista
Hay una tendencia en casi todos los viajeros: preveer la senda que está más allá del horizonte. Esta tendencia se da incluso en los más contumaces. Pero el camino, si es auténtico, constantemente los desengaña. Cualquier senda dibujada de antemano no puede ser sino risible. Trazar el mapa creyendo que un viaje por América del Sur puede ser a través de uno y solo de un camino (el arte, por ejemplo) es un error. Las rutas en este continente se bifurcan hasta el infinito. Y siempre, en más de una de ellas, hay un ojo que nos guiña. Sin embargo uno puede prescindir de esta o de aquella, aunque sea por momentos, por tramos del camino. Pero hay una con la que casi es imposible hacerlo, una que no se borra, una que constantemente está frente a nuestro pasos, mostrándonos sus paisajes: la ruta política.
Hace más de cincuenta años partió de Córdoba uno de los viajeros más decididos de América del Sur: Ernesto Guevara de la Serna, Che. Pero entonces la razón del viaje era la medicina en cierta medida y sobre todo la aventura. Pero los paisajes llenos de rostros de injusticia, de exclusión de este continente transforman a quien tenga un mínimo de sensibilidad y la aventura se convierte en un compromiso por el otro.




Hace más de cincuenta años partió de Córdoba uno de los viajeros más decididos de América del Sur: Ernesto Guevara de la Serna, Che. Pero entonces la razón del viaje era la medicina en cierta medida y sobre todo la aventura. Pero los paisajes llenos de rostros de injusticia, de exclusión de este continente transforman a quien tenga un mínimo de sensibilidad y la aventura se convierte en un compromiso por el otro.
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