viernes, 12 de octubre de 2007

Cerro Baúl

Al sur del Perú, cerca de la ciudad de Moquegua, hay un cerro que, según la tradición popular, está encantado. Por su particular forma muchos creen que es una contrucción humana, pero en realidad es una formación natural. El cerro sobresale, aislado, seisientos metros del valle. En su cima existe una meseta de 25 hectáreas donde probablemente se desarrollaron actos religiosos en la época preincásica.
Según la leyenda, a la media noche un toro sale y trota furioso sobre la meseta. El toro arrastra campanas de su cuello. Si alguien se encuentra allí a esa hora, será embestido hasta morir. Solo existe una posiblidad de salvarse. Y no es correr. Hacerlo sería un suicidio dado lo empinado del camino hacia la cima. La salvación es una mujer. Una mujer que nadie conoce y que nadie jamaás ha visto su rostro. Una mujer bestida de blanco. Quienes han logrado sobrevivir al toro cuentan que ella, al igual que el animal, surge de la nada, de lo oscuro. Que surge cantando y que no se ve su rostro, pero que se la puede adivinar de figura hermosa al ver su traje blanco agitándose con el viento. Y entonces el toro se transforma y se convierte en un animal sumiso que tuerce el lomo y que se va, seducido quizá por el canto o por el cuerpo de su dueña. Al final, se dice, se les ve desaparecer ella cabalgando la bestia ya sumisa.


El cerro Baúl de frente

El otro costado del cerro


El camino hacia la cima


La cima del cerro

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